Por: Yohanes Manhitu
Te cuento que tenía un capullo de rosa
que perfumaba el jardín de mi corazón.
Pero una tarde, desapareció de vista
con la puesta del sol tan silenciosa.
Unos años han pasado y lo sabemos.
Ya no existe más jardín ni plantón
que espera gotas de agua llovediza –
las que acaban de besar la tierra.
Yogyakarta, 5 de noviembre de 2006
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